Dos mundos enfrentados
El mensaje, captado desde un radiotelescopio, procedía del
mismo centro de la Vía Láctea. Había llegado encriptado con tal complejidad que las últimas
generaciones de ordenadores cuánticos apenas eran capaces de analizarlo por
carecer de una clave con la que establecer patrones, pero finalmente, tras
meses de combinaciones, el ordenador halló una solución coherente que adoptó la
forma de espirales surgiendo del caos.
Se trataba sin duda de secuencias ADN encadenadas en un genoma. La firma
indiscutible de la vida.
La noticia causó un revuelo sin precedentes en la comunidad
científica. La voz de una raza extraterrestre inteligente había conseguido transmitir a años luz de distancia la semilla
de su especie. Aun así era necesario reproducir esa información y plasmarla en
un polímero orgánico, por lo que las más prestigiosas universidades de todo el
mundo se pusieron en marcha, destinando inmensas cantidades de dinero para reproducir el genoma.
El estado de la
técnica humana estaba aún en pañales con
relación al emisor alienígena y los fracasos iniciales se sucedieron, pero
finalmente el prestigioso laboratorio de
Resonancia Magnética Nuclear de la Ciudad de la Luz consiguió generar un núcleo
en una esfera acuosa donde se inocularon
las enzimas y nutrientes necesarios para procesar las espirales ADN y conseguir
el nacimiento del ser.
El desarrollo de la criatura fue extremadamente rápido,
hasta el punto de disparar todas las alarmas de alerta alienígena y motivar la presencia
de cascos azules que, armados hasta los dientes, fueron desplegados sobre las
instalaciones mediante helicópteros de combate para mantener el orden y alejar
a una multitud vociferante de fanáticos
del fin del mundo que rodeaba la zona.
Para zanjar cualquier
polémica sobre el alien, Los gobiernos
tomaron el control y decretaron silencio informativo, mientras el responsable
de los laboratorios, doctor Enzo Cazzamani, convocaba una cumbre en la que
mostraría a la comunidad científica y delegados de todo el mundo el semblante
de la criatura.
El doctor Cazzamani llegó al laboratorio en su automovil,
atravesando una masa humana que le impedía el paso. Las fuerzas de orden se
emplearon a fondo para detener a la multitud. El hall del laboratorio se
hallaba repleto de periodistas y curiosos que aguardaban una oportunidad para
transmitir la primicia, pero dos policías apostados en la puerta de la sala de
juntas impedía el acceso. Enzo se acreditó y los guardas le permitieron el
paso. En el interior aguardaba el
presidente del gobierno, dos asesores y un reducido grupo de representantes de
la comunidad científica.
La sala de juntas se encontraba en penumbra, con los asistentes
mudos de expectación contemplando una gran pecera en oscuridad que servía como
hábitat del experimento. El doctor Enzo alcanzó la tribuna y anunció el
descubrimiento a los asistentes:
-
Señores: les presento al fruto de nuestro
trabajo: ¡La criatura de otro mundo!
Lentamente, la luz en
el interior de la pecera se incrementó y de la sombra surgió un pequeño ser
translúcido de largas antenas y negros ojos que nadó hasta alcanzar el cristal que le
separaba de los concurrentes donde quedó observando con curiosidad.
Un murmullo de sorpresa se extendió por la sala ante la
aparición.
-
Interesante. – exclamó el exobiólogo Alex Norton
- Sin duda, es un magnífico ejemplar de Aristeus.
Incluso añadiría que se asemeja bastante al biotipo Antennatus. ¿No les parece?
Los asistentes observaron con
incredulidad a la pecera mientras el Doctor Enzo tomaba la palabra triunfante.
-
Efectivamente, Alex. Una paradoja impresionante,
¿verdad?. ¿No recuerdan el reciente
hallazgo de la NASA en la Antártida, donde se halló un espécimen de Aristeus
bajo una capa de hielo de 200 m de profundidad, un lugar donde no debería
existir la vida?. Este hallazgo puede cambiar totalmente nuestra concepción
sobre exobiología. Entornos como las
lunas Europa o Encelado, con un océano salino oculto bajo kilómetros de hielo,
podían ser un nido de estos seres, con capacidad de desarrollar civilizaciones con una
tecnología superior a la nuestra.
-
Una teoría sugerente, doctor – respondió el
exobiólogo. – Siempre he pensado que nosotros, la raza humana, somos una rareza
extrema del universo. Para la evolución humana ha sido necesario el desarrollo
de un entorno selectivo y delicado. Los
Aristeus, sin embargo, son supervivientes natos. Habitan en las más profundas
simas del planeta junto a fumarolas volcánicas, en las cuevas más oscuras y
también bajo kilómetros de hielo, por lo que no es descabellado pensar que
pueden también poblar este tipo de planetas…
El presidente susurró unas palabras al oído de su asistente,
el cual se levantó dirigiéndose sonriente al estrado.
-
Damas y caballeros: el presidente desea repasar
con el equipo científico algunos aspectos importantes. Les ruego pasen al
Buffet. Muchas gracias.
Enzo y el exobiólogo quedaron a solas con el presidente.
Este, carraspeando, tomó la palabra:
-
A ver si lo he entendido. ¿Ha dicho usted
Aristeus Natus?
-
Antenatus
-
Pues a mí me parece una gamba.
-
Bueno… Técnicamente.. es una gamba, si.
-
Una gamba carísima.
-
Efectivamente, la apariencia del ser es muy poco
amenazadora, pero como científicos, no podemos ignorar la evidencia.
-
¿Y qué nos impide pensar que ustedes han puesto
ahí esa gamba para llenarse los bolsillos?. ¿Nos toman por imbéciles?
-
Por favor, señor. Es ofensivo…
-
Por lo menos, podían haber puesto en la pecera
un pulpo, con tentáculos en la cabeza y cara de alienígena cabreado. Después de
unas cuantas copas en el buffet, igual hasta se lo creían, pero esto de la
gamba no hay quien se lo trague.
-
No pensará en serio que un grupo de científicos
de prestigio como los de esta universidad se iban a prestar a semejante
cambalache. Le puedo asegurar que la criatura de la pecera responde al
resultado del experimento, sin alteración ninguna.
-
Mire, hijo. Como dijo el sabio, a mí no me cabe
por el culo ni un pelo de ese bicho de la pecera. Por lo que respecta a los
experimentos, mejor hacerlos con gaseosa. Además, yo ya he visto de todo en
este país, incluso camaradas de toda la vida mintiendo con tal convicción que
pondrían en el fuego la mano de su madre. ¿Qué es más probable? ¿Qué una
criatura extraterrestre haya cruzado el espacio sideral o que dos golfos se
hayan embolsado un presupuesto millonario y nos quieran colocar una gamba de
Denia?.
-
Bueno, efectivamente, la navaja de Ockham…
-
Y para colmo, dentro de un mes tenemos
elecciones. Por mucho interés científico que pueda tener ese Natus, o como se
llame, dígame. ¿cómo narices vamos a explicar a nuestros votantes que hemos
gastado millones de Euros en una gamba?. De ningún modo. Usted, el inglés. Se
me acerca a Mercadona y me trae ahora mismo el pulpo más grande que tengan.
Verán la masa amorfa en el fondo de la pecera y les diremos que el alien no ha
sobrevivido. Y usted, Cazzamani, deshágase de la criatura.
El presidente abandonó la sala
junto a su séquito, dejando al doctor Enzo mirando pensativo al Aristeus. Alex
se acercó y colocando la mano sobre su hombro, partió hacia el supermercado,
pero Cazzamani parecía mudo, con dos remolinos girando veloces en la cuenca de
sus ojos, abducido por los infinitamente
negros ojos de la gamba, cuya voz resonaba en su cerebro:
-
“No existe aquello que los humanos llamáis
verdad o mentira. Son simplemente dos estados de percepción diferentes que
coexisten sin antagonismos en una realidad global cuántica. ¿No es acaso cierto?”.
-
Si, mi amo – respondió Enzo al silencio de la
sala.
-
“Busquemos otro lugar, Sé cuándo a uno no le
quieren.”
Enzo se unió al buffet con mirada ausente, estúpida sonrisa
y el pequeño Aristeus nadando en una ponchera nerviosamente, contemplando con
curiosidad el mundo que le rodeaba. De pronto, apareció el horror. Una fuente
llena de sus hermanos, cadáveres enrojecidos cocidos en salmuera y servidos
sobre hielo, era devorada con ansia por una multitud de humanos flatulentos de
bocas babeantes y manos pringosas. Las antenas del Aristeus se atiesaron de
puro pánico: - “ ¡Dios mio,! ¡Les arrancan la cabeza y succionan el seso! ¿Qué tipo de monstruo,
error de la naturaleza haría eso?”. Cazzamanni no contestó. Alcanzó la salida y
abandonó el lugar a toda velocidad,
mientras el pequeño ser, instalado sobre el salpicadero del vehículo, temblaba
de pánico en la ponchera.
Las informaciones disponibles a partir de entonces son
confusas. Existe constancia de que el doctor y la criatura embarcaron en un
ferry hacia las Pitiusas cerca de la
medianoche. Al llegar a los límites de la plataforma continental, Cazzamani liberó
al Aristeus arrojando la ponchera desde cubierta. Este desapareció en silencio
entre las negras aguas, calmando la voz en el interior del cerebro de Enzo. Sus
recuerdos, problemas y preocupaciones desaparecieron hasta el punto de que, al
arribar las islas, todos se sorprendieron de su semblante pálido y
alucinado, especialmente tratándose de
alguien que llegaba a la fiesta en lugar de marchar. Pero después de su festín
de trébol y raygrass pastando en el parque municipal, se convirtió en atracción
pública, respondiendo con embestidas a cabezazos y bramidos de berrea ante
cualquier intento de interrogatorio.
Transcurrieron los meses y el invierno dio paso a la
primavera, fecha en la que comenzaron a producirse algunos sucesos
clasificados. Ramón, pescador de la cofradía de Denia desde más de veinte años
izó las redes con el mismo resultado que acontecía desde hacía meses. Ni una
sola gamba. Aquella carencia de presas, atribuida por los expertos a razones
naturales, climáticas o de sobrepesca, no tenía mucho sentido a 600 m de profundidad.
En esa zona no existían predadores naturales para la gamba. Solo el hombre y
sus burdas incursiones. De seguir así la pesca, lo mejor sería vender el barco
y dedicarse a la naranja.
De pronto, un nutrido grupo de crustáceos asomó sus cabezas
sobre las agitadas aguas. “- Por fin un poco de suerte”, pensó Ramón mientras
asía la soga de la nasa y la arrojaba por la borda. Pero al asomarse para
contemplar el resultado de su captura, las gambas habían desaparecido. Un
zumbido le advirtió de cierta presencia extraña. Al darse la vuelta, contempló
al enjambre de Aristeus, esta vez alados, que flotaban en el aire escrutándole
con mirada ignota.
“- Esclavo humano. Llévanos ante tu rey”.
El mundo pareció difuminarse bajo los ojos de Ramón en un
revuelo de gaviotas devoradoras de gambas, afanadas en una mariscada voladora.
Pero una de ellas consiguió escabullirse bajo la gorra de Ramón. Las gaviotas
se abalanzaron en vuelo rasante contra la cabeza de Ramón propinándole varios
picotazos en la tonsura mientras éste trataba de espantar a las aves a
manotazos. De pronto sintió una nausea que dobló su cuerpo contra la borda,
evacuando el desayuno y una ristra de ocho intestinos adheridos a la glotis que
rebotaron en el aire y desaparecieron en la boca enrollándose como matasuegras.
El pescador levó anclas rumbo a puerto. Tras el atraque y
desembarco se cruzó en la dársena con Nicolás, hermano cófrade, que tras el
saludo no pudo menos que asombrarse por el tremendo catarro que su colega
arrastraba, con una suerte de tentáculos bucales que la manaza de Ramón no conseguía
contener. Sin duda, su compadre mostraba un comportamiento extraño, pues al
cruzarse con una pareja de novios chinos haciéndose fotos para el book con los
barquitos de fondo, el cófrade se puso a olisquear la entrepierna de la novia
para después devorarla de un trago con ayuda de los tentáculos mientras el
novio huía despavorido a avisar a la policía. Cuando los agentes llegaron,
Ramón parecía dormitar recostado en un bolardo del muelle, pero al moverle
descubrieron que del pescador solo quedaba la piel, sirviendo de nido para
cientos de gambas apretujadas. Los agentes, desconcertados, consultaron el
manual, el cual no decía nada sobre gambas, de modo que trasvasaron a los
crustáceos, aún vivos, a un cubo y los llevaron a la lonja, donde el agradecido
pescadero les soltó una pasta. Finalmente no iba a ser necesario sustituir el
Aristeus Antennatus por Parapenaenus Longirostris, también conocido como gamba
de Huelva.
Llegó el día del Concurso Internacional de Cocina Creativa
de la Gamba Roja, celebrado en el mercado municipal de Denia. El
exobiólogo Alex Norton, amante de la
gastronomía, era asiduo al certamen. Una concentración de cocinas-caravana se
extendía por la ciudad. En uno de los puestos servían gamba roja en salazón con
espumarajo de cebollino, caspa de almendra rallada, cítrico amarillo y caviar
de aceite de oliva virgen extra, con la cabeza pincelada en aceite de argán y
ligeramente bronceada mediante lupa. Al examinar la fisonomía del decápodo,
Alex creyó reconocer en el ejemplar esos ojos profundos del Aristeus de su
experimento.
Este podría ser el final de la historia, o quizás no, pues a
unos kilómetros de la costa, en las noches de luna nueva, un tenue resplandor
parece emanar de las profundidades. Científicos marinos atribuyen el fenómeno a
bioluminiscencias, pero también hay pescadores que afirman la existencia de una
civilización sumergida, escondida en el interior de la roca, que espera su
oportunidad para dominar el mundo de los hombres.